"En efecto. Vivimos una crisis del sistema donde todo está interconectado. La crisis es financiera, económica, climática, alimentaria, migratoria. Una crisis que toca la gestión mundial, porque no hay ninguna institución mundial que goce de real credibilidad. El G20 no es más legítimo que el G8. Y las Naciones Unidas no logran jugar el rol previsto por su Carta.

Es verdad que esta crisis es el producto del avance de la desregulación, pero está también ligada al mismo sistema. El mensaje del FSM deberá ser aún más claro que cuando nació hace 10 años. Subrayar la necesidad de la globalización de la resistencia y de las alternativas para proponer un sistema alternativo al sistema capitalista patriarcal globalizado.

Los que se reúnen en Davos siguen por el momento con la capacidad de lanzar ofensivas contra los “de abajo”. Estos, están poco a poco superando su fragmentación –aunque con dificultades- para progresar en la dirección de ofrecer una alternativa global que es más que necesaria. Y pienso que la solución no pasa por reformar el actual sistema sino claramente contra éste."

Eric Toussaint, presidente del Comité por la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo. Foro Social Mundial (FSM)

viernes, 13 de mayo de 2011

(Pre)impresiones del #15m. La democracia de los trabajadores

El artículo en realidad podría tener muchos títulos, “Regeneración democrática”, “Democracia real y participativa”, “¿Por qué lo llaman democracia si no lo es?”, “No cumplir las promesas electorales debería ser delito”, “Ojo a Camps y la berlusconización de la política española” y un largo etcétera. Todas vienen a decir lo mismo, en realidad en este sistema democrático no decidimos absolutamente nada, y cuando no decidimos deciden por nosotros. El problema es que cuando nuestras vidas discurren más o menos tranquilas (económica y socialmente hablando) nos da igual, nos viene incluso cómodo que decidan por nosotros, pero he ahí que cuando las cosas se ponen feas y el que decide lo hace en su propio interés; entonces queremos decidir, pero ya no somos capaces, no sabemos, hemos estado pensando tanto en nosotros mismos y en nuestro bienestar individual que esbozar aunque sea una pequeña respuesta colectiva nos cuesta un esfuerzo tremendo.

Me gustaría que todos hiciésemos un ejercicio de imaginación. Imaginad que en algún momento de la historia de nuestra democracia los grandes partidos políticos se hubieran puesto de acuerdo para gobernar. Imaginad que hubieran decidido presentar proyectos políticos para las elecciones que luego no cumplirían, escenificar una lucha política en la superficie pero con proyectos políticos económicos y sociales idénticos en el fondo, imaginad que se hubieran puesto de acuerdo para no legislar sobre los problemas básicos e importantes de los ciudadanos de este país (vivienda, trabajo), no preocuparse, no avanzar, no gobernar, ser permisivos con la especulación. Imaginad que se hubieran puesto de acuerdo para enriquecerse con la corrupción, servid a los grandes capitales y retirarse con una vida más o menos boyante y asegurada. Lo triste es que todo lo dicho ocurre, sin necesidad de imaginar tanto, y aunque es probable que no exista ningún tipo de teoría conspirativa detrás, lo que sí se puede asegurar es que existe un interés compartido para que nada cambie, para que esta falsa democracia no evolucione.

Voy a decir una obviedad, pero entiendo que es necesaria, la corrupción no es un cáncer del sistema, no es una anomalía del sistema; la corrupción es parte íntegra del sistema democrático, inseparable del mismo. Desde que existe democracia, existe corrupción, incluso antes. En realidad, si miramos la situación con perspectiva, votamos cada cuatro años un proyecto político que es muy parecido a los proyectos políticos del resto de partidos y que además nunca es llevado a la práctica. Esta votación a un proyecto político que no se lleva a la práctica da legitimidad para que los actores de dicho proyecto político hagan y deshagan sin ningún tipo de control ciudadano, y encima se lucren él y sus amistades de su paso por el servicio público. No nos engañemos, la corrupción no es una cuestión de partidos, no es una cuestión de personas, la corrupción es el sistema en sí. Si IU, por ejemplo, gobernara en más sitios de donde gobierna, tened por seguro que existiría corrupción también en IU, pues sigue sin haber control ciudadano gobierne quién gobierne. Por lo tanto, en realidad, no decidimos sobre ninguna cuestión importante de nuestra vida en común, solamente decidimos quién se podrá enriquecer cada cuatro años de nuestro esfuerzo y nuestro trabajo.

Hace poco me hacía eco de una noticia en la que se recogían unas declaraciones de Cayo Lara, coordinador federal de IU, en las que afirmaba que “queremos hacer una dictadura”, “que las leyes se lleven al Boletín Oficial del Estado al dictado de los trabajadores, y no al de los intereses empresariales, por medios totalmente democráticos”, lo que podríamos denominar la dictadura de los trabajadores, aunque personalmente me gusta más el término democracia de los trabajadores. Y yo me pregunto, ¿qué proyecto político hay detrás para llevar acabo esta afirmación?, ¿de qué tipo de democracia estamos hablando? Porque si la democracia que se propone es un modelo de la democracia interna de IU, si lo que se está proponiendo es un estado burocrático, conmigo que no cuenten. A lo mejor estaba hablando de otro tipo de democracia más participativa y directa, pero ¿que otra democracia se puede esperar sino una proyección de la democracia que ya se práctica dentro de IU?, ¿que se puede esperar sino una superestructura a imagen y semejanza de la estructura de IU?

Entre las alternativas a la situación actual, en este momento de crisis, no solo financiera, sino de crisis sistémica, cultural y me atrevería decir incluso de crisis de valores; muchos desde la izquierda apelan a la unión de la misma para contrarrestar los envites de los mercados y de nuestras clases dominantes. Personalmente, esta obsesión de cierta parte de la izquierda por la unión sin saber muy bien en base a qué, sin tener un proyecto político concreto de objetivos, me recuerda mucho a la obsesión por el crecimiento del capitalismo, lo importante es crecer para que el castillo no se venga abajo. La unión no puede ser el objetivo, como tampoco lo es el crecimiento; la unión se construye en base a un proyecto político donde se marquen los verdaderos objetivos que debemos alcanzar como colectividad. En este sentido, leí hace unos meses un artículo de Julio Anguita, titulado Preparar otra guerra, publicado en marzo de 2011 en Mundo Obrero, en el que propone una serie de medidas para superar la situación actual, una serie de políticas en post de una salida social a la crisis. Por lo menos Julio Anguita propone un proyecto político de base para trabajar en una alternativa, pero con todos los respetos que me merece Julio Anguita, creo que no ha llegado al fondo de la cuestión, pues en el citado artículo solamente menciona una reforma de la ley electoral y nada sobre nuevas vías democráticas. El fondo de la cuestión, bajo mi punto de vista, es que necesitamos una nueva democracia, más participativa y directa, una nueva estructura en el que los ciudadanos tengamos más participación y control, necesitamos una revolución cultural de lo colectivo, con nuevos valores profundamente democráticos, realmente democráticos. Necesitamos un movimiento de abajo a arriba, regeneración democrática, y no tanto un movimiento de arriba a abajo, estatización.

La situación es difícil pero no es mala del todo. Mientras los partidos y sindicatos se han convertido en estructuras de poder alejadas de las bases que son incapaces por su propia constitución de dar cabida a los proyectos, ideas, reivindicaciones e ilusiones de los ciudadanos; las personas comprometidas y con buenas ideas que llevar a cabo, viendo que en estas estructuras no han podido realizar sus proyectos, han ido formando una red de asociaciones de todo tipo y movimientos sociales desde donde poder poner en práctica este compromiso social. Podemos decir que la acción política se ha dividido en dos, por un lado, el proyecto político se realiza sin el feedback de la experiencia práctica, y por otro lado las experiencias y proyectos de las diferentes asociaciones y movimientos sociales se quedan en lo práctico y no llegan a convertirse en proyectos políticos que lleguen a todo la ciudadanía.

Para conseguir una democracia más participativa y directa, necesitamos de estructuras de partido y sindicato democráticamente más participativos y directos. Para llegar a este tipo de estructuras debemos reunir las acciones políticas, la de partido y la de asociación, movimiento social o asamblea de trabajadores. Sueño con un partido en donde uno pueda llegar, elegir en que área social realizar un voluntariado (o militancia), poder realizarlo a través de una asociación, tomar decisiones asamblearias dentro de la asociación en la que se trabaja, participar en mesas de debate de su área social con otras asociaciones de donde saldrán las propuestas del proyecto político, votar directamente las ponencias de las mesas de debate, elegir a los representantes del partido que llevarán a la práctica el proyecto político y poder destituir a los representantes en cualquier momento cuando se alejen del mismo (del proyecto). Solo con los hechos y el modelo podremos transmitir que otra democracia es posible, una democracia de los trabajadores. Solamente será viable desde el ejemplo.

El #15m muchos saldremos a las calles para reclamar este tipo de democracia, pero como he comentado, no solo en relación a las administraciones públicas, sino también en relación a los partidos políticos y a los sindicatos.

El #15m, en definitiva, saldremos desahuciados, parados, autónomos, jóvenes, pensionistas, funcionarios, desempleados y en resumen trabajadores y trabajadoras; para denunciar el abuso de banqueros, políticos y grandes empresarios.

Bienvenidos, pues, a la lucha de clases. Las ideas de Marx siguen vivas.

Pedro Luis López Sánchez

2 comentarios:

  1. Pedro Luís, mira a ver que en Madrid se va a liar... Primero fue Túnez, luego Egipto, después Libia, Siria... Y ahora por fín parece que le vamos a dar la espalda a Europa para considerarnos un país más del tercer mundo ¡Revolución! Se atormenta una vecina.

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  2. Lo que está claro que la conquistas sociales se consiguen en la calle, y ahí estaremos.

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