"En efecto. Vivimos una crisis del sistema donde todo está interconectado. La crisis es financiera, económica, climática, alimentaria, migratoria. Una crisis que toca la gestión mundial, porque no hay ninguna institución mundial que goce de real credibilidad. El G20 no es más legítimo que el G8. Y las Naciones Unidas no logran jugar el rol previsto por su Carta.

Es verdad que esta crisis es el producto del avance de la desregulación, pero está también ligada al mismo sistema. El mensaje del FSM deberá ser aún más claro que cuando nació hace 10 años. Subrayar la necesidad de la globalización de la resistencia y de las alternativas para proponer un sistema alternativo al sistema capitalista patriarcal globalizado.

Los que se reúnen en Davos siguen por el momento con la capacidad de lanzar ofensivas contra los “de abajo”. Estos, están poco a poco superando su fragmentación –aunque con dificultades- para progresar en la dirección de ofrecer una alternativa global que es más que necesaria. Y pienso que la solución no pasa por reformar el actual sistema sino claramente contra éste."

Eric Toussaint, presidente del Comité por la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo. Foro Social Mundial (FSM)

sábado, 5 de abril de 2014

La delgada línea de la dignidad

Réplica al artículo del comisario Ignacio del Olmo "La delgada línea azul"



Pedro Luis López, @estrateglobal

 
El viernes 28 de marzo el comisario de policía Ignacio del Olmo Fernández nos sorprendió con un artículo en La Verdad de la Región de Murcia titulado “La delgada línea azul”, donde en vez de desarrollar una disculpa sincera por estos años de intimidaciones, multas injustificadas, violencia policial y represión que más adelante detallaré, emplea un romanticismo militar absurdo, infantil y trasnochado, impropio de un mando policial en una democracia, para intentar convencernos de que ellos son los valientes que mantienen “la delgada línea azul, la que separa el orden del desorden”. Nada más lejos de la realidad querido comisario, el desorden ya lo tienen millones de personas en este país fruto de la miseria y de la estafa, incluidos aquellos a los cuales usted dirige indirectamente su artículo para motivarlos y mantenerlos firmes en la dura y romántica tarea de reprimir a un pueblo digno.

No voy a usar mis palabras para describir la situación por la que pasa mucha gente, voy a usar las palabras de Dani, el chico de Murcia encargado de hablar por la columna sureste en el acto final de la manifestación de las marchas de la dignidad del 22 de marzo, acto que nuestros queridos guardianes del orden, y sus fieles escuderos los infiltrados, se encargaron de reventar antes de que finalizara y así salir en los telediarios. Bien, pues como dijo Dani “¡basta ya!, estamos hartos de recortes”, porque “nosotros no queremos caridad, queremos trabajar, que el trabajo es un derecho” y además “estamos hartos de los gobiernos de la troika”. Porque “cada vez que una persona desahuciada salta desde una ventana es un asesinato”, “cada vez que a una persona le reducen la dosis de medicación porque no puede permitírselo es un genocidio” y “cada vez que una niña se acuesta con hambre o se desmaya en la escuela porque no ha podido comer, eso es una tortura”.

Como decía mi abuelo la dignidad es lo último que se pierde. En esta vida hay muchas líneas y una de ellas es precisamente la línea de la dignidad; y este pueblo está demostrando no estar dispuesto a sobrepasarla. El 22 de marzo, y retomando el tono melodramático del artículo de nuestro hidalgo caballero, fue una de las pocas veces que me sentí orgulloso de vivir en esta tierra, porque ahí estaba un pueblo digno diciendo masivamente que no está dispuesto a perder sus derechos, esos por los que mi abuelo y las abuelas y abuelos de muchos lucharon, y antes de ellos otros y otras.

Y si nuestro gallardo y valiente comisario tiene una “masa anónima” de personas delante suya que le odia, un mando policial debería preguntarse por qué, en vez de escribir un artículo intentando equiparar a la gente común con un ejército regular al que hay que contener para preservar no se sabe muy bien qué “orden”, visto que la mayoría ya vivimos en el desorden. Y ya que nuestro gran héroe, por más que se pregunte por qué, las explicaciones no le alcanzan, se las detallo yo para qué no las olvide.

El 29 de septiembre de 2012 en el marco de las manifestaciones “Ocupa el congreso” una moto policial atropella a Alan, un chico de apenas 16 años, rompiéndole el tobillo el cuál necesitó cinco clavos, aparte de recibir malos tratos. La policía lo denunció y amenazó. Alan salió absuelto y hay un policía imputado. El 12 de octubre de 2012 hubo una manifestación antifascista para denunciar una manifestación de ultraderechistas. La policía nacional denunció a 16 personas de la manifestación antifascista, dándose la circunstancia que la mayoría de ellos no estaban en Murcia aquel día, evidenciando un caso de listas negras. Todos han salido absueltos. El 14 de noviembre de 2012 un policía nacional le pateó la cara a Carlos Gorairis en el marco de la huelga general. Está imputado de oficio por la fiscalía en una actuación sin precedentes en el Estado. En este mismo caso otros policías están imputados por mentir en su declaración diciendo que hubo provocación previa de los manifestantes con lanzamiento de piedras, lo cuál era mentira como demostraron los vídeos. El 2 de abril de 2013, día de la conocida fiesta del Bando de la Huerta en Murcia, miembros de la UPR intimidaron y detuvieron a cinco vecinos de Santiago el Mayor que protestaban a favor del soterramiento de las vías. Una vecina madre de dos hijos fue arrojada violentamente contra el suelo lo que le provocó la rotura de la muñeca y tendrá secuelas de por vida. Hay varios policías denunciados. Y para terminar hay otro policía nacional imputado por agresiones a un inmigrante, Abou, en un caso de represión racista. Y esto son sólo algunos de los casos más representativos.

Tras el 22 de marzo, y mientras los medios de masas anuncian a bombo y platillo que un policía nacional de Cartagena tiene un corte, el resultado para los que sufrimos los recortes es espeluznante: un joven de 19 años pierde la visión de un ojo por el impacto de una bala de goma, un ojo más a añadir a esta lista macabra, otro joven pierde un testículo por un disparo a bocajarro de los antidisturbios, y por otro lado los detenidos en la manifestación del 22M han denunciado malos tratos y torturas en comisaria.

Aún así debe saber nuestro grandísimo general que yo no les odio, lo que siento es auténtica vergüenza, con mayúsculas. La policía está para garantizar la seguridad de los manifestantes y el libre ejercicio de los derechos, no para provocar la violencia y actuar como ariete represivo de un gobierno que ha perdido toda legitimidad.

Pero que no se preocupe nuestro Napoleón particular, que la historia a todas nos juzga. Y estoy convencido de que llegará el día en que se juzgará y condenará a aquellos que están causando tanto sufrimiento a tanta gente; sea con recortes, sea con porras y balas de goma. Y también estoy convencido que pagarán aquellos que hace tiempo decidieron atravesar la delgada línea de la dignidad, esa que sí separa el orden del desorden, la justicia de la injusticia. Línea, que la gente común formamos con orgullo solidario.

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