"En efecto. Vivimos una crisis del sistema donde todo está interconectado. La crisis es financiera, económica, climática, alimentaria, migratoria. Una crisis que toca la gestión mundial, porque no hay ninguna institución mundial que goce de real credibilidad. El G20 no es más legítimo que el G8. Y las Naciones Unidas no logran jugar el rol previsto por su Carta.

Es verdad que esta crisis es el producto del avance de la desregulación, pero está también ligada al mismo sistema. El mensaje del FSM deberá ser aún más claro que cuando nació hace 10 años. Subrayar la necesidad de la globalización de la resistencia y de las alternativas para proponer un sistema alternativo al sistema capitalista patriarcal globalizado.

Los que se reúnen en Davos siguen por el momento con la capacidad de lanzar ofensivas contra los “de abajo”. Estos, están poco a poco superando su fragmentación –aunque con dificultades- para progresar en la dirección de ofrecer una alternativa global que es más que necesaria. Y pienso que la solución no pasa por reformar el actual sistema sino claramente contra éste."

Eric Toussaint, presidente del Comité por la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo. Foro Social Mundial (FSM)

lunes, 5 de mayo de 2014

Podemos: ¿quién teme a la democracia?

Podemos desde una perspectiva gramsciana


Han pasado ya algunos meses desde que el 17 de enero de este año se presentara en el Teatro del Barrio en Lavapiés, Madrid, la iniciativa Podemos de la mano de Pablo Iglesias y otros intelectuales y activistas sociales. El objetivo de la iniciativa entonces y ahora sigue siendo “convertir la indignación ciudadana en cambio político” a través de “la decencia, la democracia y los derechos humanos”. Iñigo Errejón entonces con mucho acierto afirmaba que “basta escuchar las conversaciones en el bar o en el bus para ver que el escenario se puede abrir a la recuperación de la política por parte de la ciudadanía”. Pablo Iglesias terminaba por rematar que “esta campaña puede ser un instrumento de autoorganización de la gente” [1]. Democracia, recuperar la política por la ciudadanía, autoorganización de la gente; esta fue la presentación de Podemos.

Entonces y ahora Podemos no termina de ser nada en concreto y terminado, sino un organismo en plena [auto]construcción y movimiento, quizá solamente una oportunidad de creación de un movimiento (o partido) de masas plural que rompa y de solución a un régimen que se desmorona, el régimen surgido del consenso del '78. Podría ser nuestro particular príncipe moderno. «Para que esto ocurra, es preciso que se haya formado la convicción férrea de que es necesaria una determinada solución de los problemas vitales» [2] en palabras del propio Gramsci.

Teniendo en mente este horizonte estratégico a medio plazo, la construcción de un movimiento de masas, al que habría que añadir el adjetivo de democrático recogiendo la consigna destituyente del 15M «lo llaman democracia y no lo es», preocupan opiniones como la de Jorge Moruno, persona muy cercana al grupo promotor (y grupo dirigente) de Podemos:

«"¿Todo el poder a los Círculos es realmente una síntesis que propone un salto democrático a la altura de los tiempos? Yo creo que no. Considero que los ingredientes teóricos y políticos que están detrás de esta lectura son profundamente insuficientes. Todo el poder a los soviets era una consigna que resultaba útil en una Rusia que en el siglo XX todavía no había conocido la modernidad. Respondía a una forma-partido que emulaba la cooperación obrera en la fábrica dentro de un contexto de autocracia zarista. Los Círculos no pueden ser las bases de una estructura clásica, los círculos también deben ser desbordados por la ciudadanía que oxigena el olor a cerrado de los partidos. Podemos no tiene como ambición ocupar un porcentaje dentro del reparto en el supermercado electoral, ni un nicho de representación. No hay que crear más patriotas de partido, ni más siglas celosas con el resto de organizaciones existentes, tampoco su objeto debe ser buscar la unificación de las ya existentes. Esta sería una ambición política muy limitada, intelectualmente torpe, muy cómoda, poco valiente y arriesgada."
¿Todo el Poder a los Círculos?» [3]
Aquí hay un argumento tramposo, a saber: que los círculos sean las bases del movimiento (o partido) acerca a Podemos al partido clásico, deben ser desbordados por una masa de gente. Sin embargo esta masa de gente sería amorfa, sin estructura, y por lo tanto carente de capacidad de decisión. En la práctica lo que propone Moruno es un grupo central que lo decide todo y una masa amorfa que actúa, pero que no delibera. En términos gramscianos estaríamos hablando de una suerte de centralismo burocrático; y es precisamente el centralismo burocrático lo que acercaría Podemos a la concepción de partido propia del régimen del '78. Sin embargo, la autonomía y la capacidad de decisión de los círculos, siendo pequeños (o grandes) centros de poder democrático que se van coordinando a niveles más altos cada vez, acercaría la política a esta masa amorfa de personas y les permitiría intervenir democráticamente, lo que diferenciaría Podemos de la concepción setentayochista de partido.

No por casualidad Gramsci diferenciaba tres elementos del partido de masas para que este pudiera cumplir el cometido destituyente del antiguo régimen y constituyente de una nueva sociedad:
  1. «Un elemento difuso, de hombres [y mujeres] comunes, medios, cuya participación viene dada por la disciplina y la fidelidad, no por el espíritu creador y altamente organizativo» [2]. Sería esta ciudadanía que desborda de la que habla Moruno. Sin estos el partido no existiría, pero sin embargo por si solos no lo formarían, necesitan de una fuerza que los cohesione y organice.
  2. «El elemento cohesivo principal, que se centraliza en el ámbito nacional, que da eficiencia y potencia a un conjunto de fuerzas que si se abandonases a sí mismas no contarían para nada o casi nada; (...)» [2]. Es decir, una cantidad de personas dirigentes que son capaces de cohesionar, una fuerza inventiva, creadora, que lleva la iniciativa, surgidos del propio movimiento.
  3. «Un elemento medio que articula el primer elemento con el segundo, que los pone en contacto, no sólo «físico» sino también moral e intelectual» [2]. En nuestro caso, los círculos, que están formados por personas surgidas del primer elemento, que construyen democracia, que deliberan, que articulan el movimiento, que conectan el segundo elemento dirigente con la masa difusa y no organizada. El elemento del que se olvida Moruno o que directamente ataca.
Cabe preguntarse entonces, ¿la consigna “todo el poder a los círculos” no es contradictoria con la existencia del segundo elemento de dirigentes? Depende, depende de la actitud de estos dirigentes y de la capacidad de los dirigidos de corregir los excesos del liderazgo. «Debe estar claro, sin embargo, que la división entre gobernados y gobernantes, aunque equivalga en última instancia a una división de grupos sociales, también existe, tal como están hoy las cosas, en el seno de un mismo grupo, incluso de un grupo socialmente homogéneo; en cierto sentido puede decirse que esta división es una creación de la división del trabajo, es un hecho técnico» [4]. Es decir, la existencia de dirigentes es un hecho técnico, no de poder, y por lo tanto no contradictoria con la consigna en cuestión, aunque para evitar los excesos del liderazgo hay que fijar una serie de principios (elección democrática, revocabilidad, rendición de cuentas, rotación de cargos, …) «inderogables» y aquí es cuando se cometen los errores más graves. Pues parece que «se cree que al proclamarse el principio del grupo en cuestión, la obediencia tiene que ser automática, debe producirse sin tener que recurrir a una demostración de «necesidad» y de racionalidad; más aún, se cree que la obediencia debe ser indiscutible» [4]. Nada más lejos de la realidad, la lealtad dentro de la organización, la disciplina por usar un término usado por el propio Gramsci, debe exigirse y es garantía de libertad y de orden democrático siempre y cuando el origen del poder que ordena esta disciplina sea democrático, es decir, si es una función técnica especializada y no un arbitrio. Por ello es importante seguir construyendo estructuras democráticas dentro de Podemos que evite el uso tan dañino de los arbitrios, empleados en más de una ocasión en Podemos ante la falta de estas mismas estructuras.

¿Como ordenar democráticamente Podemos entonces?, ¿como articular estos tres elementos de los que habla Gramsci?, ¿como alejar Podemos del centralismo burocrático donde hay una minoría que decide y una mayoría que actúa pero que no delibera?, ¿como organizar Podemos? «La «organicidad» sólo puede darse en el centralismo democrático, que es un «centralismo» en movimiento, por así decir, o sea, una continua adecuación de la organización al movimiento real, un contemplar los impulsos de la base con el mando de arriba, una inserción continua de los elementos que provienen de las profundidades de la masa en el molde sólido del aparato de dirección que asegura la continuidad y la acumulación regular de las experiencias; este centralismo es «orgánico» porque tiene en cuenta el movimiento, es decir, el modo orgánico de revelación de la realidad histórica, y no se entumece mecánicamente en la burocracia y, al mismo tiempo, tienen en cuenta todo cuanto es relativamente estable y permanente o que, por lo menos se mueve en una dirección fácil de prever, etc» [5]. Es decir, dentro de Podemos se deben crear las estructuras necesarias, a partir del poder democrático que emana de los círculos, para asegurar que la dirección es un hecho técnico que tiene en cuenta el movimiento y los cambios de la base. Un reto que ya es abordado continuamente desde los círculos, en donde se combina la urgencia de las elecciones con la construcción por abajo y la formación de coordinadoras que permiten ir centralizando los debates. Dicha construcción democrática debe culminar después de las elecciones en un proceso constituyente que debe iniciarse en el encuentro de junio, donde debe respetarse la diversidad y la pluralidad de los círculos con asistencia delegada.

¿Quién teme a la democracia? Los círculos no y más valdría que algunos dejaran de usar la imagen de Gramsci, lo que no deja de ser característico en esta sociedad profundamente liberal, individualista y de liderazgos carismáticos, y se esforzaran en unir la teoría con la práctica, más allá de urgencias coyunturales.

Pedro Luis López Sánchez, @estrateglobal

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[1] Pablo Iglesias presenta Podemos como “un método participativo abierto a toda la ciudadanía”, publico.es, http://www.publico.es/politica/495962/pablo-iglesias-presenta-podemos-como-un-metodo-participativo-abierto-a-toda-la-ciudadania

[2] El partido político, El príncipe moderno, Antonio Gramsci.

[3] Opinión de Jorge Moruno publicada en la red social facebook.

[4] Elementos de política, El príncipe moderno, Antonio Gramsci.

[5] Sobre la burocracia, El príncipe moderno, Antonio Gramsci.
 

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